El mes de noviembre en México es una temporada vibrante en la que el Día de Muertos y Halloween se entrelazan en un sinfín de celebraciones. Con orígenes y significados distintos, estas festividades han coexistido en un espacio cultural donde la tradición y la influencia extranjera se combinan. Halloween, de raíces celtas, tiene como protagonistas los disfraces y las decoraciones tenebrosas, mientras que el Día de Muertos, profundamente mexicano, honra a los seres queridos que han fallecido.
En los últimos años, los productos orientales, especialmente de países como China y Japón, han introducido una amplia gama de artículos festivos que van desde calaveras de colores hasta linternas y flores artificiales. A medida que estos productos accesibles ganan popularidad en México, el mercado festivo se transforma, ofreciendo a los consumidores opciones para decorar sus hogares y negocios en ambas celebraciones.
Sin embargo, este espíritu festivo también enfrenta una realidad económica difícil. Los consumidores mexicanos, ante el poder adquisitivo debilitado, buscan productos accesibles para mantener vivas estas celebraciones, lo que ha llevado al auge de los productos orientales. Aunque baratos, estos productos han transformado drásticamente el mercado, provocando daños al comercio local, debilitando la competencia justa y desplazando a artesanos y productores nacionales.
La popularidad de Halloween en México ha crecido considerablemente. Aunque hace unos años se le veía como una festividad más ajena a la cultura nacional, hoy en día es común ver disfraces, decoraciones y fiestas temáticas en todo el país. Desde centros comerciales hasta pequeñas tiendas de barrio, la oferta de productos de Halloween es tan amplia como accesible.
Paralelamente, el Día de Muertos ha tomado relevancia a nivel internacional. La iconografía de esta celebración - calaveras de azúcar, catrinas y flores de cempasúchil - ha capturado la atención de audiencias globales, especialmente en Estados Unidos y Europa. Esto ha incentivado la exportación de productos mexicanos al extranjero, a la vez que el mercado local recibe productos inspirados en ambas festividades, generando un fenómeno híbrido donde coexisten elementos de Halloween y Día de Muertos.
La mayoría de los productos festivos que se encuentran en tiendas, mercados y en línea tienen un origen asiático. China y Japón, en particular, tienen un rol predominante en la fabricación y distribución de artículos de temporada a nivel mundial. Estos productos no solo son accesibles en precio, sino que también ofrecen una gran variedad de opciones para los consumidores.
Los productos orientales van desde las tradicionales calaveras de papel hasta luces LED, linternas, flores de plástico, máscaras, disfraces y accesorios que adaptan los íconos de ambas celebraciones. En el caso del Día de Muertos, es común ver una mezcla de productos nacionales con versiones importadas de catrinas o calaveras de papel hechas con acabados metálicos o brillantes, al estilo oriental. En Halloween, el mercado de disfraces también ha adoptado esta influencia, ofreciendo alternativas con materiales más asequibles y de menos calidad.
Por otro lado, la importación masiva permite que productos de baja calidad desplacen las artesanías locales tradicionalmente hechas de papel maché y cera. Otros mercados se han visto afectados. Las flores artificiales de cempasúchil, por ejemplo, son una alternativa económica y de fácil adquisición en comparación con las naturales, que suelen tener un costo elevado en esta temporada. Estos movimientos en el mercado afectan directamente a los floricultores mexicanos, que no pueden competir contra el sustituto plástico.
La accesibilidad de los productos orientales en México se ha multiplicado gracias a su distribución en tiendas de autoservicio, mercados y, especialmente, en plataformas en línea como Mercado Libre, Amazon, Temu, Shein y AliExpress. Durante octubre y noviembre, los consumidores pueden encontrar decoraciones, disfraces y accesorios con temáticas de Halloween y Día de Muertos en prácticamente cualquier rincón del país.
La amplia accesibilidad de productos orientales ha facilitado que tiendas de autoservicio, mercados y tiendas en línea en México los vendan en grandes cantidades. Sin embargo, esta disponibilidad también ha creado una competencia desleal para los productores nacionales. Empresas pequeñas y artesanos locales no pueden igualar los precios de estos productos importados, lo que los coloca en desventaja en un mercado cada vez más inclinado hacia el precio bajo.
En su búsqueda de supervivencia, algunos artesanos se han visto obligados a bajar la calidad de sus materiales para competir con precios más bajos, afectando la autenticidad y el valor cultural de sus creaciones. Por otro lado, en lugar de competir directamente con productos orientales, algunos productores mexicanos han optado por ofrecer alternativas diferenciadas que atraigan al consumidor nacional que busca algo más auténtico, como las figuras artesanales de papel maché o las tradicionales veladoras mexicanas.
La inclusión de productos orientales en las celebraciones de Día de Muertos y Halloween también ha generado cambios en la estética de las festividades. Estos artículos a menudo tienen acabados brillantes y están hechos de materiales plásticos que contrastan con las versiones tradicionales mexicanas hechas de papel y cera. Con luces LED, figuras brillantes y opciones de bajo costo, el mercado asiático ofrece opciones llamativas que diluyen la identidad cultural de estas celebraciones.
Los productos artificiales también han ganado terreno en el área de las flores. Las flores de cempasúchil, símbolo del Día de Muertos, son ahora fabricadas en plástico y otros materiales sintéticos que imitan su apariencia y color. Aunque la tradición dicta el uso de flores naturales, muchas familias y negocios eligen estas alternativas artificiales para reducir costos y reutilizarlas año tras año.
En el ámbito de los disfraces, la influencia asiática también es notable, ya que productos como los disfraces de personajes de anime o la inclusión de accesorios populares en Japón, como las máscaras de demonios y espíritus, han encontrado un nicho de mercado en México. Estas influencias permiten a los consumidores personalizar sus celebraciones y claramente tienen interés en este tipo de productos, sin embargo, abre la cuestión ¿Es esto todavía Día de Muertos?
Con la expansión de productos orientales en el mercado festivo, el futuro de las celebraciones de Día de Muertos y Halloween en México parece apuntar hacia una mezcla de tradición y modernidad. Si bien los productos importados ofrecen opciones accesibles y diversas, también se ha abierto una conversación sobre la sostenibilidad y el impacto ambiental de estos productos, muchos de los cuales no son reciclables ni biodegradables.
En respuesta a esta situación, algunos consumidores han comenzado a buscar alternativas sostenibles y productos locales. Esto representa una oportunidad para que los artesanos mexicanos innoven y creen productos que mantengan la esencia cultural, mientras que satisfacen las necesidades del mercado moderno. Al final, el mercado festivo en México parece estar en constante evolución, impulsado tanto por las influencias extranjeras como por el interés de preservar las tradiciones nacionales.
La irrupción de productos orientales en el mercado festivo de México es un reflejo de las desigualdades económicas y de la creciente presión que enfrentan los consumidores. El poder adquisitivo ha limitado las opciones, empujando a los mexicanos a optar por alternativas de bajo costo que afectan el comercio local y diluyen el valor cultural de las tradiciones.
Si bien es difícil competir con el bajo costo de los productos orientales, cada vez es más necesario revalorizar y rescatar las tradiciones y artesanías locales. Esto no solo implica comprar productos mexicanos, sino también reflexionar sobre el impacto de nuestras decisiones de consumo. Con un esfuerzo colectivo, es posible crear un mercado festivo que combine tradición, sostenibilidad y apoyo a los pequeños productores mexicanos, honrando la riqueza cultural de México y preservando las celebraciones para las futuras generaciones.